LA TRANSDISCIPLINARIEDAD Y LA
CIENCIA COMO FUNDAMENTO DE UNA EDUCACIÓN PARA
LA PAZ Y LA JUSTICIA.
Daniel Roberto Altschuler
Daniel Roberto
Altschuler, en la lectura, concibe la transdisciplinariedad como una
visión del mundo que busca ubicar al hombre y a la humanidad en el centro de
nuestra reflexión, y desarrollar una concepción integradora del conocimiento y
su aplicación en el mundo educativo para
la formación del nuevo hombre no sólo para la vida como profesional sino como
ciudadano comprensivo y solidario que respete y proteja al planeta donde vive
en sociedad. Estas ideas están basadas en las reflexiones de Edgar Morín,
acerca de lo que debe ser la
universidad de hoy al servicio de
la solidaridad humana, de la vida toda y de la tierra que es nuestra casa. De
igual manera se expresan algunas reflexiones en cuanto a la forma cómo deben
funcionar las comunidades educativas y la necesidad de llevar los nuevos
conocimientos a todos los ámbitos de la vida para el cambio de actitud del
hombre en la sociedad.
La propuesta se
ubica en el contexto postmodernista, en la que se refleja su visión de la
educación como fenómeno social donde el pensamiento crítico es de suma
importancia, ya que vivimos en una era donde prevalece la tecnología de la
información y la comunicación; por lo que hay que educar para reflexionar y
discernir entre información y conocimiento. Es por ello que se requiere de un
cambio de ideales donde se considere el futuro de la humanidad; ya que, el gran
problema hoy en día, es que estamos a merced de dificultades
globales como la crisis ambiental, como el cambio climático global, como los
crecientes procesos de ingobernabilidad, como la crisis del hambre y la retroalimentación de todos estos
problemas; y por otro lado, la vida
personal, social e institucional, en el mundo actual, se ha vuelto cada vez más
compleja en todas sus dimensiones.
Por lo tanto
frente, a estos problemas globales, deben existir soluciones globales, ya que
no se pueden enfrentar con conocimientos
fragmentados, y para comprender esta
realidad se requieren nuevos conceptos. Entre estos se destaca el de transdisciplinariedad, el cual se trata de
un movimiento intelectual y académico, que desea ir más allá, no sólo de la
uni-disciplinariedad, sino también, de la multi-disciplinariedad y de la
inter-disciplinariedad.
La
transdisciplinariedad, no es únicamente una colaboración de varias
disciplinas. Es una concepción capaz de
tomar o poner la correlación en modo coherente de los elementos de conocimiento
de las disciplinas. Con la transdiscplinariedad se intenta responder y
encontrar los caminos del misterio del humano y de la complejidad humana. Al
respecto Morin expresa: Necesitamos un principio de conocimiento que no sólo
repita sino que revele el misterio de las cosas
La
transdisciplinariedad se concibe como una visión del mundo que busca
ubicar al hombre y a la humanidad en el centro de nuestra reflexión, y
desarrollar una concepción integradora del conocimiento. Para ello, esta
corriente de pensamiento ha desarrollado tres pilares: los niveles de
realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad, a
partir de los cuales pretende fundar una metodología que aborde la cuestión
humana y del conocimiento desde una perspectiva de interconexión en el sentido
de complexus o “lo que está tejido junto”, según la expresión de
Edgar Morín. Lo anterior, teniendo siempre presente que una visión totalizadora
y completa de lo humano y del conocimiento son imposibles dada la incertidumbre
y la incompletud fundamental que caracteriza
estos dos fenómenos
En los momentos
actuales los procesos de integración del saber que están teniendo lugar, como
resultado del desarrollo de la ciencia y la técnica, y la necesidad
urgente de una cultura que
garantice la existencia de nuestro Planeta Tierra y la humanidad,
están encontrando respuesta en los procesos
transdiscipliarios.
Hoy en día, se impone la urgente necesidad de reformar el pensamiento
educativo, para, sin renegar de la disciplinariedad, pasar a los procesos
vinculados e integrados, es decir, a la inter, la multi y
transdisciplinariedad. Más que dividir, se requiere unir y articular saberes.
La visión transdisciplinaria de la educación universitaria, debe buscar
resolver los problemas con conciencia planetaria, enseñando la condición
humana, la solidaridad, la ética, el respeto por nuestros semejantes, la responsabilidad,
la justicia, logrando la ciudadanía en
el hombre para la búsqueda de la paz.
La nueva universidad
que debemos a las futuras generaciones, depende de nuestra voluntad de cruzar
el mero discurso y construir ya el escenario adecuado que prepare a los jóvenes
para esa aventura sideral de lo que deberá ser el nuevo ser humano. Unos
pensamos, otros hacemos, y otros pensamos y hacemos pero todos tenemos el
mérito mientras lleguemos al objetivo. La idea de quebrantar las esferas de la
ortodoxa universitaria para entrar en las esferas contemporáneas de la etérea
universalidad para profundizar en el sentido de la vida es un reto que debemos
de resolver desde la trinchera de la interdisciplinariedad y los nodos
necesarios de la transdisciplinariedad y así comprender mejor las posibilidades
del conocimiento como instrumento de la esperanza que se basa en lo imposible.
Esta universidad de hoy debe ser
una universidad al servicio de la solidaridad humana de la vida toda y de la
tierra que es nuestra casa. Es una universidad que no debe ocuparse sólo del
éxito profesional de sus miembros sino que tendría que ocuparse a la vez de la
armonía y de la justeza de la relación entre las sociedades y de los países y
también del equilibrio en la tierra de todos los que la poblamos y de las
especies que nos acompañan como fenómeno de vida único en el universo.
La educación
superior debería apuntar a formar hombres íntegros y cultos, con autonomía de
pensamiento, con voluntad constante y capacidad de criterio para participar y
decidir en la construcción de una sociedad no violenta, más justa,
solidaria y equitativa, respetuosa de los derechos humanos, con un alto grado
de sensibilidad por el respeto por la vida y por el logro de una paz duradera.
Este carácter de “durabilidad” debe ser la base de nuestra manera de pensar la
paz , de vivir en paz , de interactuar, de dirigir las empresas y las
comunidades en un clima de paz.
Igualmente, se debe fomentar
una cultura de la participación que conduzca al consenso en la solución de los
problemas y a la solidaridad necesaria para el logro del bien común. Es muy
difícil concebir un país en paz sin que se de una verdadera democracia
participativa. Educar para la paz significa abrir las mentes y los corazones
para acoger los valores básicos para una sociedad pacifica: la verdad, la
justicia, el amor, la libertad, la solidaridad, el sentido de responsabilidad.
Se trata de un proyecto educativo que abarca y dura toda la vida. Hace de la
persona un ser responsable de sí mismo y de los demás, capaz de promover, con
valentía e inteligencia, el bien de todo el hombre y de todos los hombres.
Esta formación para la paz
será tanto más eficaz, cuanto más convergente sea la acción de quienes, por
razones diversas, comparten responsabilidades educativas y sociales. El tiempo
dedicado a la educación es el mejor empleado, porque es decisivo para el futuro
de la persona y, por consiguiente, de la familia y de la sociedad entera.
REFERENCIA
Daniel Roberto Altschuler (2005).
Hijos de las Estrellas. Editorial Akal, Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario